jueves, 17 de julio de 2014

CAPÍTULO 3: NI UN PASO ATRAS.

Después de aquella noche no hablamos más de ese tema, intentamos olvidarlo y seguir con nuestra rutina, pero quieras que no a mí el tema me mataba por dentro.

Desde pequeña mi sueño había sido poder cantar y tocar mis canciones, ya fuese con piano, guitarra o solo voz.
Pero no era fácil, yo no tenía una voz muy bonita desde mi punto de vista, tampoco tenía técnica vocal, resumiendo era como cuando cantas en la ducha, solo que yo aspiraba a algo más que eso.
Me esforzaba muchísimo, aprendí a tocar el piano y la guitarra yo misma, sin profesores ni libros.

Poco a poco intentaba superarme, me ponía nuevas metas y me sentía que cada vez estaba más cómoda cantando.
Podría decir que tenía unos familiares que me apoyaban en todo y que estaban en todos mis progresos por pequeños que fuesen, pero ¿para que iba a mentir?
Lo peor de todos mis años intentando mejorar y por llegar a pensar que podría cumplir mi sueño, fue el poco apoyo y la negatividad de todos aquellos a los que consideraba familia.

Mi abuela me decía que yo no iba a llegar a ninguna parte como cantante, que me dedicara a estudiar una carrera de verdad y me dejase de chorradas, mi madre pensaba lo mismo que ella solo que era que me obligaba no me aconsejaba, siempre me reprochaba que le dedicaba más tiempo a la música que a la familia y a los estudios, supongo que no era la hija que ella quería, como mi hermana, que siempre había sido el ojito derecho de todos en casa.
Yo siempre les he querido mucho a todos aunque era el bicho raro de la familia, para mi todos ellos eran muy importantes, su opinión y su apoyo.
Pero cuando ya llevas casi 15 de tu vida escuchando los mismos reproches día tras día, una y otra vez, intentando hacerte daño, hay un momento en el que te derrumbas y se te pasa por la cabeza cambiar, ser como ellos quieren solo para así sentirte querida.
Y si a todo esto le añadimos que mi madre me pilló en el diario todo lo que sentía hacia ellos, que ya fue duro luego mirarles a la cara sin sentir miedo, lo peor fue cuando en una comida familiar, a los 15 años, sacaron el tema de mi homosexualidad, yo creía que por una vez en la vida me iban a apoyar, pero no, no fue así, me dejaron claro que yo era la vergüenza de la familia.
Por suerte, mi primo Guille apareció para sacarme de ese infierno al enterarse de como me trataban, me llevó con él a Madrid y me cuidó siempre, gracias a su apoyo e insistencia consiguió que yo volviese a sonreír y a cantar.

Lo más bonito que me ha regalado la vida ha sido él y Marta que desde que llegué a Madrid ha sido un pilar fundamental, mi vida y mi inspiración.


Salí de casa las 6 de la mañana, necesitaba soltar toda la rabia que tenía dentro, así que salí a correr, cuanto más corría, más feliz me sentía, aquellos que tenía en Valencia no debía considerarlos familia, todo lo que quería lo tenía en Madrid, así que decidí que no daría ni un paso a tras en todo el camino que había realizado y que por una vez en la vida iba a luchar por conseguir mis sueños y no por gustarles  ni ser como los demás quieran.
Parece mentira, pero cada vez que tenía que tomar una decisión importante, era Malú quién me ayudaba, desde pequeña, para mi era como parte de mi pequeña familia, la de verdad.

Al regresar a casa, le conté a Marta todo lo que había pensado al salir a correr y la decisión que había tomado respecto al tema.

     -Buenos días dormilona- le dije al salir de la ducha- hay que ver eh, duermes más que las marmotas hija!
     -Cielo creí que te habías fugado para siempre- me contestó abrazándome como si no me hubiese visto en años, que bromista mi niña, no podíamos aguantarnos la risa.
Aquellos momentos con ella eran los más perfectos, su risa me llenaba de felicidad.
     -Marta- me puse seria tras el abrazo- he tomado ya una decisión...
Marta escuchó todo aquello que le dije y solo cuando acabé me abrazó tan fuerte como pudo y me susurro al oído "tu puedes con todo, eres mi heroína."

Esa misma semana eran las audiciones a ciegas, y yo no podía estar más nerviosa, para no forzar la voz, llevaba ya 3 noches sin actuar en el bar, necesitaba cantar ya!.

Me pensé mucho que tema cantaría ante los coaches, y al final opté por cantar "y si fuera ella" de Alejandro Sanz.

Llegó el día y yo estaba como un flan.
Realizamos todas las pruebas de sonido y llego el momento más esperado y más temido por mí, me abracé a mi guitarra y con paso valiente me dirigí al escenario.

Cerré los ojos muy fuerte y comencé a tocar los primeros acordes...



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